Creemos que el conocimiento Teológico ilumina nuestra forma de pensar, creer y actuar, por eso continuamente invitamos a la profundización.
Así, la riqueza teológica se proyecta también hacia los demás cultivando, ya desde la mesa de estudio, el hábito de aplicar la Palabra de Dios a las realidades temporales y a la mudable condición humana, y de buscar la traducción del mensaje de salvación a la sensibilidad del hombre contemporáneo pues el estudio de la teología no busca una formación intelectual y humana al servicio del estudiante, sino al servicio del Evangelio y del hombre. Es una misión. Se trata de estudiar para iluminar, de aprender para después enseñar, de comprender para posteriormente ser capaz de mover los corazones hacia Dios.